martes, 6 de enero de 2009

Teniendo conversaciones exitosas

Lucas 19: 1-9

Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos conversamos con todos los que nos rodean: esposo, esposa, hijos, padres, hermanos, amigos, compañeros de trabajo, vecinos, en el colectivo, en la universidad, en la escuela, con los desconocidos…, todo el día estamos hablando.

La Biblia nos enseña fuertemente el poder de las palabras y, especialmente, que debemos cuidar lo que hablamos, porque en la boca está el poder de la vida y de la muerte, de la bendición y la maldición.

Jesús era un gran conversador, de hecho, la mayoría de los evangelios son historias donde Jesús habla con alguien.

Muchos de nosotros hemos perdido algunas cosas por no saber conversar, y podremos recuperar lo perdido si sabemos conversar, porque nuestro mundo funciona por el hablar y por las palabras.

Las palabras, muchas veces, nos hacen tomar malas decisiones, y también, son las que nos hacen recuperar lo importante. Por eso debemos ser buenos conversadores.

Los errores básicos que cometemos y nos impiden ser buenos conversadores:

Decir con mal tono . Podemos decir lo correcto pero con el tono incorrecto. La gente no oye lo que le decimos sino cómo se lo decimos. Por eso, para ser un buen conversador, necesitamos aprender que es importante lo que decimos pero más importante es cómo lo decimos.

  • Decir en el momento incorrecto . Muchas veces, hablamos lo correcto pero en el tiempo incorrecto, y nos equivocamos porque buscamos el momento equivocado: cuando estamos enojados, cuando es tarde, cuando estamos cansados, cuando no hay tiempo material, o por teléfono (lo importante no debe hablarse por teléfono porque, muchas veces, es peor).

  • Decir sin haber oído al otro . Pensamos que el otro nos dijo algo y reaccionamos, cuando en realidad se expresó mal o lo interpretamos mal. La mayoría de los conflictos son porque nos apresuramos al interpretar y no oímos al otro, no tomamos el tiempo necesario para chequear la manera de cómo el otro se expresó o si nosotros escuchamos bien.


  • Por usar las palabras incorrectas . Cuanto más importante es la conversación, la persona o situación que está en juego, más tiempo debemos invertir en preparar las palabras que vamos a decir. (Cuando vamos a la televisión, nos preparamos para hablar, porque sabemos que lo que ahí soltamos no tiene posibilidades de volverse atrás.) Si alguien te concede una entrevista y vos le decís: “Bue… ¡por fin! Usted es más difícil que el presidente”, con ese comentario, ya cancelaste una buena conversación; si comenzaste con una crítica (“parece que acá tienen coronita”) ya cancelaste la buena conversación; si al encontrarte con alguien para hablar decís: “Qué difícil fue llegar hasta acá, no sé como este país no se prende fuego”, ya se canceló la buena conversación.


  • Por querer ganar las conversaciones . Hay gente que solamente habla para ganar una discusión: mandan, presionan, insisten, porque sólo quieren ganar. Nunca reacciones mal por temas religiosos o de fe porque, así como la verdad que llevas en tu corazón es una convicción te dio el Espíritu Santo, así el Espíritu se la tiene que revelar a los otros. Jesús nunca discutió por fe, porque lo importante no es ganar una discusión sino a la gente para Dios.


Cuando te acercás a hablar, qué percibe la gente de tu parte: un policía moral; una maestra ciruela; un negativo quejoso; un “yo”… “yo”… y “yo”; un mete culpas; un trasmisor de respuestas prefabricadas; un presionador religioso…

Nietzche decía: “sería más fácil creer en Cristo si no fuera por los cristianos”

En el mundo todo funciona por palabras, la vida y la muerte están en las palabras. Si sabemos hablar las palabras correctas, con la actitud correcta, tendremos bendición. Las palabras nos hunden o nos levantan.

Dios nos dará sabiduría acerca de este tema que por tanto tiempo estuvo escondido del mundo espiritual, para que cuidemos nuestro hablar y seamos grandes conversadores como lo fue Jesús.


  • Por perder tiempo en hablar con la gente equivocada . Jesús sabía hablar, pero no perdía su tiempo con los fariseos, legalistas, prehistóricos. “Ellos lo buscaban a Jesús –dice Brian Mc Laren-, le hacían la pregunta A, pero esperaban la respuesta B. Por ejemplo: “Señor la encontramos en adulterio, la ley dice que hay que matarla”, ellos esperaban la respuesta B, que Jesús dijera “mátenla”. Otro día fueron los religiosos y le preguntaron: “Señor tenemos que pagar los impuestos a Roma”. Si Jesús decía que “sí”, lo iban a acusador de romano y si decía que “no” lo acusarían de golpista; o sea que estaban esperando la respuesta B. Y el teólogo americano dice “siempre que le hacían la pregunta A, esperando la respuesta B, Jesús le daba la respuesta C”; por eso Jesús respondió: Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Hay gente que no le tenés que dar la respuesta B sino la C , que es la que menos esperan.


Cómo ser un buen conversador, como Jesús.

Jesús entra en una ciudad y Zaqueo –que era de baja estatura, millonario, recaudador de impuestos y odiado por todo el pueblo- se subió a un árbol para ver al Señor. Jesús caminaba con sus apóstoles y con la multitud, levantó la mirada y le dijo: “Zaqueo, me invito a tu casa”.

Los buenos conversadores nunca pierden contacto con la gente.

Nunca te aísles de la gente, no pierdas el contacto sea quien sea esa persona. Jesús se invitó . No esperes que te inviten, invitate solo. Decile a tu amigo que no conoce al Señor: “hoy me invito a tu casa, pagame una cena”.

El gran problema de muchos cristianos es que, cuando recibieron al Señor, en vez de mantener contacto con todos, se aislaron de algunas personas.

Jesús le dijo Zaqueo: Baja a prisa . Los apóstoles pensaron que le haría juicio, que le mandaría fuego y, seguramente cuando oyeron la propuesta de Jesús, habrán pensado: “¿cómo va a comer con éste? Yo lo sirvo y nunca vino a mi casa?” Comenzaron a murmurar.

Y cuando Jesús se invitó, Zaqueo dijo: Si robé algo a alguien le voy a pagar multiplicado por cuatro . Y todos dejaron de murmurar. Zaqueo dijo eso sin que Jesús se lo pidiera, se sintió aceptado.

¿Querés cambiar a tu hijo que está en la droga? Debés saber conversar con él. ¿Querés cambiar a tu marido que está loco, o a tu esposa, o a tu suegra, o a tu jefe? Conversá como Jesús.

Jesús les dijo: El Hijo del hombre, vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.

No dice “ los perdidos” sino lo que se había perdido. “Lo” no es “los” ; si recupero lo , voy a recuperar a los .

¿Qué es lo que se perdió y Jesús vino a recuperar? El amor por la gente, eso es lo que se perdió. “ Están murmurando y juzgando a Zaqueo, y eso es lo que vine a recuperar: el amor por él.”

No perdiste a tu esposa sino el respeto que le tenías; no perdiste a tus hijos, sino el amor que le tenías; porque no perdemos a la gente sino, primero, perdemos lo. Si recupero lo que se había perdido, recuperaré a los .

En todo el evangelio Jesús dice: Vino a lo suyo, y los suyos no lo recibieron; es decir, Jesús vino a buscar lo que se había perdido: el respeto, el amor por la gente.

Cuando te conectes con amor y respeto recuperarás lo perdido.

Zaqueo se puso contento cuando Jesús se invitó a su casa.

Un “no cristiano” no se pondría contento si un cristiano se invita a su casa; y hablo con autoridad porque soy un ex esclavo, ex legalista, y mis compañeros del secundario hablaban de Dios pero nadie hablaba conmigo, porque como ellos se drogaban, si me preguntaban a mi, yo era una amenaza para ellos.

Preguntate si la gente se acerca por algo espiritual a vos; si la respuesta es “no” es porque te consideran un mal conversador, una amenaza para ellos.

Me crié en una iglesia donde lo importante era dar testimonio, y la gente tenía que saber que yo era cristiano, por eso cuando comía oraba por los alimentos, y todos me miraban; llevaba la Biblia cada tanto, porque todos debían saber que era cristiano. No gané a nadie para Cristo, pero todos se enteraron que yo era cristiano, porque el legalista decía: “da testimonio de tu fe”. ¡No es así! Nuestra tarea es ganar gente para Cristo, no que te vean orando por los alimentos.

Y mis compañeros no me invitaban porque sabían que yo les iba a tirar con toda la Biblia por la cabeza.

Yo me crié con reacción, si alguien me decía algo debía reaccionar y defender mi fe, la apologética, con todo tipo de fundamentos.

Los dedos de la mano representan el espíritu; su contorno, es el cuerpo y la palma al alma. Si alguien lastima tu alma, tu espíritu se cierra, pero cuando alguien conversa las palabras divinas y ama a la gente, el espíritu se abre y el alma se expone. Así ganó Jesús a Zaqueo, y de esa manera ganaremos la ciudad.

Cornelio, era un romano que ofrendaba, adoraba, y un día se le apareció un ángel y le dijo que fuera a buscar a Pedro y lo llevara a su casa. Pedro, el apóstol de Jesús, tenía hambre y subió a la azotea para orar, allí tuvo la visión de una sábana que bajaba del cielo llena de animales, y Dios le habló diciendo: “Mata y come.” A lo que Pedro respondió: “No, porque esos animales son inmundos.” Por segunda vez Dios le dice y aún una tercera: “Mata y come.”

¿Por qué el ángel, cuando le habló a Cornelio, no le dijo que recibiera a Jesús directamente, en vez de ir a buscar a Pedro, que era tan duro? Esto da muestra de que los ángeles no pueden hablar de Jesús, no pueden evangelizar -aunque a ellos les encantaría- porque ese es un privilegio de los hijos de Dios.

Los judíos no se juntaban con los romanos y cuando Pedro llegó a la casa de Cornelio comprendió: “Ahora entiendo…” y aprendió a no rotular a la gente .

No rotules a la gente (“los perdidos”, “los inmundos”, “los del mundo”). En Lucas 15 hay un ejemplo de la manera que rotulamos “la parábola del hijo perdido”, “la parábola de la oveja perdida”, ¿por qué no le decimos la parábola de la oveja amada, si el pastor dejó a las noventa y nueve y fue a buscar a la que se perdió porque la amaba?

Pedro comenzó a entender que podía unirse al romano y no debía llamarlo inmundo nunca más.

Es más fácil convertir a Cornelio que cambiar a un cristiano como Pedro. El ángel le habló a Cornelio en dos versículos y entendió, pero a Pedro fue Dios quien habló durante siete versículos y aún no entendió. Es más fácil que Dios cambie a un “no” cristiano que pueda cambiar un cristiano de muchos años; es más fácil vencer al diablo que cambiar a un cristiano legalista.

Cornelio le dijo a Pedro, ya que Dios lo trajo a su casa, que les hablara, y Pedro a lo largo de siete versículos (igual que Dios tardó en convencerlo a él) les dijo: Jesús murió y resucitó, y si entra en el corazón de los que creen, tendrán vida eterna…, y mientras hablaba, les cayó el Espíritu Santo, y todos comenzaron a hablar en lenguas. Pedro estaba sorprendido, no entendía, pero Dios le estaba demostrando que Él trabaja con las personas de la manera que quiere, cuando quiere y como quiere, porque quiere. ¡Preparate!, porque esas personas que pensabas que nunca iba a tocar Dios, saltarán, cantarán, ofrendarán y estarán sirviendo a Dios.

Y Pedro dijo: ahora entiendo, Dios no hace acepción de personas.

Gran alegría y satisfacción me causan los niños cuando se acercan a mi y me dan un beso, o están en las reuniones, escuchan la palabra, y me dicen “que lindo que estuvo”, y yo les pregunto “qué te gustó”, y responden “el chiste”.

Debemos ser libres de todo lo que nos dijeron, vivir la vida en libertad, respetar a la gente, no pretendemos convencerlos sino ganarlos para el Señor.

Y como Pedro no terminó de abrir todo su cerebro, ganó a esa familia pero no se animó a ganar a una ciudad, entonces Dios levantó a Pablo, que era un loco perseguidor de los cristianos. Pero a Pablo no le dijo “ven a mí”, sino lo tiró del caballo y lo dejó ciego.

Algunos tienen conversiones violentas, llegan a Dios con la vida destruida, desastroza, pero el impacto del cambio los cambiará para siempre, se jugarán para el Señor. Y cuando Pablo se levantó dijo: “Señor, qué quieres que haga”.

La unción siempre te va a llevar a servir.

Y cuando llegó el Pentecostés salieron a predicar y ganaron tres mil, a cinco mil después, y los empezaron a perseguir, entonces ellos buscaron otro toque el Espíritu Santo y transformaron la ciudad, porque Dios te llena en la medida que vos ganás gente para Él.

Durante años la gente no iba a la iglesia (ni aún pagándole la cena), nos huían.

En estos días cerramos trato con editorial Planeta para sacar cuatro libros nuevos, y el gerente general me dijo: “estamos orgullosos de recibirte como escritor”, yo dije: “Uauuuh!, Zaqueo me invitó a su casa.” Y si entro en la casa de Zaqueo, ¡que se prepare! El poder del respeto y del amor.

Cuando sepas hablar a la gente, conversar, respetar, Dios dará los deseos de tu corazón.

Después de la historia de Zaqueo, Jesús cuenta la historia de un hombre que llamó a diez personas y les dio dinero a cada uno; uno multiplicó el dinero y el rey le dijo: ¿Cuántas monedas ganaste? “Diez”, respondió; entonces “Te doy diez ciudades”.

Dios quiere darte autoridad barrial, quiere poner el barrio en tu mano. Hay gente que jamás se acercaba a un cristiano pero ahora se están acercando porque recuperamos lo que se había perdido: el amor por la gente .

Alguien te amó, por eso te habló del Señor. Si Dios te amó, ¿no vas a amar a otros? Si el Espíritu Santo no te cambió por completo todavía, ¿por qué pretendés que el que recién viene a Dios, lo cambie y lo haga apóstol, si con nosotros Dios no pudo aún?

El Señor me dijo: cuando una persona ama a la gente y usa sus conversaciones exitosas para sembrar una palabra, para ver, para respetar, habrá gente que, como Pablo, cambiarán al darle la palabra, pero otros serán distinto, y hay que amarlos a todos.

Dios me dijo: “Quiero que le digas a mi pueblo, Presencia de Dios es una iglesia con unción apostólica.”

Apóstol era el llamado por Dios para ir a un barrio y decía: “este barrio completo lo voy a amar y lo ganaré para mi Señor”; por eso Pablo, adonde iba ganaba ciudades completas.

Te preparó esta palabra porque Dios va a repartirnos todos los barrios de la ciudad, y vos serás la autoridad en el tuyo, lo amarás para que no haya más delincuencia, para que haya justicia, porque la ciudad es bendecida por la bendición de los justos –o sea, nosotros- y la unción apostólica la tiene aquel que ama a la gente.

Dios me dijo: “Decile a mi pueblo que presencia de Dios tiene una unción apostólica, primero manda al apóstol.”

La palabra primero es protón: es prototipo, el primero, el que rompe algo, el que abre camino. Estar en una iglesia apostólica quiere decir que vas a ser el primero en muchas cosas, si en tu casa nadie estudió serás el primero, nadie prosperó, vos serás el primero, en tu casa todos fueron ifelices vos vas a ser el primero porque estas en una iglesia rompedora, protónica, apostólica, que ama a los barrios, a la gente y el que se congregue en este cuerpo será un iniciador, no te levantarás como el palo de la lanza sino como el palo, dejarás de ser una madera sin vida para ser acero, iniciador, rompedor, no importa que nadie lo logró tendrás antecedentes de ser el primero porque estas en una iglesia que ha roto patrones, que ha sido primero, para tomar lugares, para hacer lo que hacemos, no somos estereotipos, sino prototipo. En esta tierra es en la que estás. No me interesa como son las otras iglesias yo sé cómo somos nosotros, acá hay una unción apostólica, primera, que abre camino, porque tenemos la unción de romper y abrir caminos, de ser `pionero no ser del montón, prototipo no estereotipo.

Pedro fue el prototipo. Cuando llegó a Judea lo agarraron los cristianos preguntándoles cómo había hecho eso con los paganos, y pedro les contó lo que les pasó; y los de Judea también se abrieron.

Porque Dios te abrirá el camino, te usará como prototipo: harás lo que nadie hizo, dejarás una huella, abrir camino. Como iglesia tenemos muchísimos errores, pero hay algo que nos mantiene y nos honra delante de Dios somos una iglesia apostólica, amamos a la gente y eso nos hace ser primero en todo. Al que ama a la gente Dios lo pone con la unción apostólica. Somos primero, primero, ¡primero!

David estaba donde el ejército estaba, del otro lado estaba Goliat y cuando David lo escuchó, cruzó la línea.

Dios te va a sacar del límite del temor, del lugar del ejército equivocado, te va a hacer cruzar la línea de lo imposible, de la locura, y vas a salir de esa situación negativa y vas a llegar. Parece que vas yendo hacia algo peor pero estas yendo hacia tu Goliat que te llevará a ser coronado con una unció. Dios te va a sacar cuando salís de la iglesia todo va peor pero no es así, Dios te sacó de la zona de tu comodidad, te está enseñando a derribar a tu Goliat, porque serás coronado como adorador, como rey, como apóstol, como hombre de la gente, como guía de la gente, como guía de los pueblos.

Profetizo no importa cuánto tiempo hace que te hayan presentado a Jesucristo pero declaro que hoy la revelación viene sobre tu vida, y las lenguas, la unción, el poder, estarán sobre vos y tu casa y todo lo que hagas te saldrá bien.

La gente es sanada, restaurada, bendecida porque amamos lo que Jesús vino a buscar lo perdido; el amor a la gente.

Jesús les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelios y hagan discípulos, no dijo adeptos, ni evangélicos, dijo discípulos. Algunas personas creen que le hacen hacer la oración de entrega y después lo abandonan, se olvidan. Lo que más me impactó fue cuando Jesús le dice: id a las naciones y hacedlas discípulas.

Te gustaría ganar todo tu barrio para el Señor. Yo sé que lo lograrás si amás a la gente que está puesta ahí. El señor le dijo: Id y esa palabra es yendo. Mientras van hagan discípulos. No dijo separen un día y horario para hacer evangelismo, ir a predicar a la plaza… no dijo mientras van…, conversen, háganse amigos.

Jesús yendo se encontró con la samaritana, después con un religioso, Nicodemo; mientras vayas hablá del Señor, sembrá una semilla…

Por Bernardo Stamateas

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