Hay momentos... y momentos
Todo lo que viviste en el 2008 ya pasó. Ahora debes ver con optimismo el 2009 que inicia, y aprender a vivir el tiempo que corresponde.
Danilo Montero, un amigo y compositor de música cristiana, escribió una canción que dice: “hay momentos que no deberían terminar, hay segundos que tendrían que ser eternidad”. Todos hemos vivido momento agradables que quisiéramos perpetuar. Yo desearía vivir de nuevo el nacimiento mis hijos. A pesar que el parto de la pequeña fue difícil, nada se compara con la dicha de tomar y abrazar a un hijo recién nacido. Seguramente cada uno podría enumerar bellos momentos de su vida. Sin embargo, no todos son agradables. Recibir a mi hija fue hermoso, aunque el proceso no tanto. Sonia sufrió mucho, tuvieron que operarla de emergencia porque Gabriela venía con el cordón umbilical enrollado en el cuello y ambas podían morir.
Todos los casados somos viudos y viudas en potencia. Es agradable recordar el día que nos enamoramos, el primer beso y la luna de miel. Pero nadie quiere pensar en la separación y la muerte. Hay momentos de tristeza, enfermedad y malas noticias que no podemos evadir. Entonces, lo recomendable es aprender a vivirlos y superarlos con la ayuda y fortaleza que Dios nos da.
Eclesiastés 3:1-8 nos dice: Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar; tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar; tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar; tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar; tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar; tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz.
Esto es una gran verdad. Todo tiene su tiempo. Si no vivimos lo que nos toca en determinado momento, sea bueno o malo, no logramos avanzar.
Nos pasa con la muerte. Evitamos enfrentarla porque no la vemos como parte de la vida. Hay un momento para dar la bienvenida a un nuevo ser, y también hay un momento para despedir a una persona amada, porque estamos seguros que también tendremos un momento para reencontrarnos en la vida eterna.
Cuando mi esposa me dice que tiene una mala noticia, lo primero que hago es escucharla y sentirla, luego tomo decisiones. La mente se turba con la emoción, por eso hay que vivir el momento para después poder pensar con claridad. De lo contrario, parece que no se encuentran salidas y nos ahogamos en un vaso de agua. Hay una frase muy sabia que dice: “Si de noche lloras por no ver el sol, el llanto te impedirá ver las estrellas”. No lo dudes, también hay noches hermosas que debemos disfrutar.
Declara bendición
En el libro de Rut 1:20-21 leemos: Y ella les respondía: No me llaméis Noemí, sino llamadme Mara; porque en grande amargura me ha puesto el Todopoderoso. Yo me fui llena, pero Jehová me ha vuelto con las manos vacías. ¿Por qué me llamaréis Noemí, ya que Jehová ha dado testimonio contra mí, y el Todopoderoso me ha afligido?
Job 1:20-22 relata: Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y rasuró su cabeza, y se postró en tierra y adoró, y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito. En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno.
Declara lo que sabes: “todo ayuda a bien a quienes aman al Señor”. Afronta los malos momentos con fe, proclama tu nombre sin temor, da gracias por lo que vives y adora al Señor porque todo obra a bien si confías en Él.
Decide seguir adelante
Recuerda que para abrir un nuevo capítulo debes cerrar primero el anterior. Deja atrás el pasado y muévete hacia adelante. No te detengas, si ya viviste el momento que te tocaba, prepárate para disfrutar de los que aún no has vivido.
Además, prepárate para el momento inevitable de pasar por la muerte hacia la vida eterna. Recibe a Jesús en tu corazón. Proclámale como Señor y Salvador para que te ayude a vivir cada momento, te levante y permita avanzar siempre hacia adelante.
Tomado de la página del Pastor Cash Luna
www.cashluna.org
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