viernes, 10 de noviembre de 2006

Cómo atravesar la zona de riesgo

Marcos 4: 35-41

¿Qué cosas te gustarían hacer y que nunca te animaste?

Para realizar nuestros sueños y alcanzar el éxito debemos salir de la zona de comodidad y atravesar la zona de riesgo.

La zona de comodidad es lo conocido, lo que sé hacer, lo que tengo, manejo, mi hábitat, donde sé cómo moverme, qué hacer y que no, donde tengo el control de todo.

Los que llegaron al éxito es porque se animaron a salir de lo que sabían, para alcanzar lo que no tenían. No hay manera de alcanzar tus sueños sin pasar por la zona de riesgo.

Un perverso inventó que los latinoamericanos somos vagos (holgazanes)y es una gran mentira. El argentino es un gran trabajador; hombres y mujeres se levantan a las cinco o seis de la mañana, toman un tren, viajan como sardinas. Trabajan diez, doce, quince horas, por ejemplo un taxista sentado al volante por largas horas. Estas personas no llegan a lograr sus sueños (no por falta de capacidad) porque les da pánico salir de la zona de confort, por eso hacen siempre las mismas cosas, se visten igual y tienen los mismos hábitos y conceptos.

Riesgo es hacer las cosas sin saber el resultado final.

No nos gusta correr riesgos, porque no tenemos la certeza de obtener lo que queremos.

Descubrí que la gente exitosa siempre atravesó una zona de riesgo y obtuvo sabiduría para los momentos difíciles.
Todo es lindo cuando Jesús multiplica los panes y los peces, pero difícil cuando sube a la barca y dice: "pasaremos al otro lado y atravesaremos la tormenta".

Seis cosas para atravesar la zona de riesgo:

1-Hacer del error mi mejor amigo.
Benjamín Franklin dijo: "Todo lo que duele, enseña".
Si al equivocarte lloras, el error es tu enemigo, pero si te deja una enseñanza y lo usas como trampolín hacia el éxito, es tu mejor amigo.

Nadie llegó a ser excelente o bueno excepto a través de muchos errores.
En la zona de riesgo, el error es una oportunidad de aprendizaje.
Mucha gente se frena y no avanza por miedo al fracaso. No te apresures a decirte fracasado si algo salió mal, fracasado es el que no sabe para qué vive, ni para qué está en la tierra.

No permitas que un error se haga estigma.
-Jesús estaba con diez mil que tenían hambre, y el apóstol Felipe le dijo que los despidiera porque no tenían para darles de comer. Temían por el hambre de los demás.
-Jesús les dijo que fueran al barco y vino la tormenta, entonces tuvieron miedo. -Cuando Jesús detuvo la tormenta, tuvieron miedo.
Hicieron del error su estigma y siempre tenían miedo por algo.
El error es circunstancial, no permanente.

2-Voy a correr riesgos inteligentes.

La gente tratará de llevarte a su lugar de comodidad, hacia lo que conoce y domina, pero Dios te empujará a la incomodidad.
La gente tratará de estigmatizarte: liberal, conservador, evangélico, carismático, poner un rótulo y encasillarte, pero Dios te meterá en medio de la tormenta para correr riesgos inteligentes -no solamente para vencerlos- sino para alcanzar la meta.

Hay gente arriesgada que asume cualquier peligro pero no le sirve para alcanzar su sueño; el riesgo debe ser de Dios para alcanzar el propósito.
Hay personas, situaciones, desafíos, tormentas por atravesar que te llevarán al otro lado, donde está lo prometido.
Dejá que Dios guíe tu barco en medio de la tormenta.
A punto de descubrir el rayo láser, su investigador se quedó sin carbón y antes de que se le apagara el horno fue a su casa, quemó las sillas, mesa, todo, porque estaba al borde del descubrimiento.

Si Dios tiene que empujarte a quemar todo, con tranquilidad, sé sabio y corré el riesgo para lograrlo tu sueño.
Nunca te preocupes por la imagen. Cuando el foco está en la imagen, en el ego, estarás pendiente de cómo te ve la gente o qué piensan de vos y el potencial que Dios te dio no funciona. Pero si te concentrás en el propósito y no te importa la imagen sino sólo el resultado lo liberarás.
No importa que te digan fracasado, o se burlen de tus errores, vas camino al sueño y pisarás tierra firme, recibiendo los mejores milagros.

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3-No expliques las cosas de Dios.

En la zona de riesgo no aclares lo que Dios hace en tu vida.
Cuando el Ángel se le apareció a María le dijo:"Muy favorecida, el Señor está contigo, darás a luz un hijo y le pondrás su nombre Emmanuel".
Estaba embarazada del Espíritu Santo y ¿cómo se lo decía a José? Él quiso dejarla secretamente y el Ángel, de noche, lo convenció.

Nunca pierdas tiempo convenciendo a los José de lo que Dios ha puesto dentro de tu vientre, no lo entenderán, sólo cuando el Espíritu traiga revelación podrán hacerlo.
Gente buena te acompañará a tierras lejanas y Dios los usará para librarte de Herodes y no estarás en su estadística de muerte. Parirás el sueño de Dios. Los amigos no necesitan explicaciones y tus enemigos no se la merecen.

4- Voy por nuevas revelaciones.

Después que dieron de comer a los diez mil, Jesús saludó a todos, subieron al barco y les dijo algo nuevo: "Pasemos al otro lado". Y cuando vino la tormenta, ellos se olvidaron de lo que les dijo.
Enseñanza: lo que el Señor dijo que hará, será. No importa la tormenta que se levante, ni los enemigos en tu contra, si Dios dijo: "Por sus llagas estás sano","Te daré abundancia en todo", "Todo lo podés en Cristo", "Irás de Gloria en Gloria", así será.

La tormenta tiene una voz y Jesús se despertó y la acalló.
Cuando Dios te dé una palabra, una revelación, una promesa, un texto bíblico, siempre habrá una voz opositora que se levantará para invalidarla, tenés que acallarla y nunca obedecerla. Silenciá la voz opositora de tus papás, de los religiosos, de lo que vos mismo te dijiste, declarando lo que el Señor te dijo.
"Pasarás al otro lado", "Todo lo que hagas te saldrá bien", "Todo lo que pises será tuyo", "Caerán miles y diez miles más a ti no te tocarán", "Tranquilo, estoy manejando el barco, llegaremos a destino".
Cuantas más tormentas calmes, más fácil será obedecer la voz de Dios.
Oímos la voz de la tormenta, de la enfermedad, que parece que grita más y por eso no le creemos a Dios.

Goliat gritó cuarenta días, de mañana y de tarde: "Si hay alguien, que venga a pelear". Si era tan valiente, ¿por qué grito? El que grita no es "valiente".

El diablo tratará de hacerte creer que su fuerza está en su tamaño pero está en su voz.
Si nos enamoramos del Señor ninguna otra voz nos cautivará, será rectora de nuestra vida: "Yo estaré contigo y todo saldrá bien".

La fe necesita una voz legal para operar. Jesús declaró. Nunca más ores para adentro, usa tu voz para declarar la Palabra porque la fe necesita una voz audible para crecer.

5-Debo cambiar mi percepción en medio de la zona de riesgo.

Fe no niega la realidad, el problema es tal cómo lo vemos. Dios no niega la realidad y en Cristo vemos con sus ojos desde su perspectiva.

Naturalmente vemos de acuerdo a los sentimientos, al cambiar la percepción, cambia el conocimiento.
Israel se paró antes de entrar a la tierra, dijo: "Hay gigantes". Era una realidad, pero el problema no era cómo lo veían sino como se sentían. Dijeron: "Y nosotros parecíamos langostas". La fe no niega a los gigantes, pero sabe que, en Dios, vencerás.

La gente no entiende, dicen que te cambiaron la mente o lavaron la cabeza, pero es que empezaste a ver con la mente de Cristo, ya no como circunstancia eterna sino temporal.

6- Antes de pasar por la tormenta, se me impartirá lo nuevo del Señor.

En la tormenta es muy difícil aprender. Realizar cambios en momentos de presión son las peores decisiones, la mejor manera es estar tranquilos y salir de la zona de comodidad.
Jesús se levantó, calló la tormenta y dijo: "Hombres de poca fe, todavía no tienen fe".
En la secuencia de los milagros hechos por Jesús, vemos que no fueron por las personas en sí, sino para enseñar fe a sus discípulos.

Cuando Dios da una palabra es para que crezcamos en fe y la apliquemos. No sirve de nada leer diez libros, la Biblia y no aplicar nada.
Recordá tu última victoria en el Señor y aplícala en la próxima
Valorá lo que Dios te enseña; nadie podrá acompañarte en la próxima tormenta, sólo el Señor. Hay tormentas que esperan la voz del Padre a través de tu boca. Dios no te explicará lo que vendrá; estará contigo pero allí no hay tiempo para aprender.

En bendición Dios te enseñará, en crisis te impartirá.

Cuando estamos bendecidos, Dios nos da palabras para que guardemos y decretemos en la prueba. Pero en la prueba, impartirá sobrenaturalmente lo que necesitemos sin pasar por la enseñanza.
Lo hará de pronto, y de repente tendrás la fuerza, la autoridad para vencer.
Pablo le dijo a Timoteo: "Activa los dones que te impartí".

Si Dios esperara enseñarnos todo moriríamos en la mitad de los logros. Por eso alternó un método divino: algunas cosas las enseña y otras las imparte. Muchos encontraron fe de pronto, tuvieron sueños grandes, se vieron amando al Señor con todo su corazón y pensaron: ¿Cómo vino esto? Fue la impartición del Espíritu de Dios.
Dios te llevará a la paz. La tormenta pasará y la paz de Dios será tu herencia en el nombre de Jesús.

Reír es arriesgarse a parecer un tonto.
Llorar es arriesgarse a parecer un sentimental.
Hacer algo por alguien es arriesgarse a involucrarse.
Expresar sentimientos es arriesgarse a mostrar tu verdadero yo.
Exponer tus ideas y sueños es arriesgarse a perderlos.
Amar es arriesgarse a no ser correspondido.
Vivir es arriesgarse a morir.
Esperar es arriesgarse a la desesperanza.
Lanzarse es arriesgarse a fallar.

Pero los riesgos deben ser tomados, porque el peligro más grande en la vida es no arriesgarse a nada.
La persona que no arriesga, no hace, no tiene nada.
Se pueden evitar sufrimientos y preocupaciones pero simplemente no se puede aprender, sentir, cambiar, crecer, amar y vivir. Sólo una persona que se arriesga es libre.



Pastor Bernardo Stamateas

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