Lo más importante es el final
Llega un momento en que uno explota, porque no hay una salida. Y es ahí donde quiero empezar. Es en ese momento en que tomamos las decisiones correctas o incorrectas.
Identifica una época en tu vida en la que hayan iniciado una serie de acontecimientos leves, pero que no son precisamente buenos. Una discusión, algunas diferencias con distintas personas o ciertas circunstancias adversas en el trabajo, con ciertos compañeros, pero todo eso se maneja y es parte de la vida y de las relaciones. De repente, el problema llega a casa y hay diferencias con el cónyuge, vamos acumulando cierta tensión y llega un momento en que arrastramos cierta incomodidad por las circunstancias adversas. Cuando lo que nos está pasando tiene que ver con nuestra salud, finanzas o nuestro hogar, la cosa se pone tensa, y nos preguntamos por qué nos pasa eso. Y, normalmente, no recibimos una respuesta.
Pasa un día, dos, tres y la situación se pone peor. Empezamos a tratar de encontrar de dónde viene y se nos ocurre que puede ser el diablo. Pero qué si él ni siquiera se había aparecido por ahí. Las cosas están mal y uno no encuentra una salida, somos muy rápidos para echarle la culpa a otro, para pensar que algo anda mal y tratar de encontrar una causa. Llega un momento en que uno explota, porque no hay una salida. Y es ahí donde quiero empezar. Es en ese momento en que tomamos las decisiones correctas o incorrectas. Es importante que determines cómo avanzar en tu vida. Esta historia se vuelve un círculo vicioso, se repite una y otra vez. No es suficiente decir: “yo reprendo, yo cancelo”; eso es sólo una parte. Es necesario tomar decisiones correctas y, sobre todo, hacer que el corazón cambie.
Les quiero compartir algo: Hace como dos meses, empecé a tener algunas dificultades con mi esposa, algunas diferencias. Pero bueno, eso es parte del matrimonio. De repente, se arruinó el carro y no le encontraban la falla, eso es normal, los carros se arruinan. Por fin, lo arreglaron.
Había algunos gastos qué hacer, pero gracias a Dios, teníamos carro. Luego, empezaron a haber diferencias con algunas personas, ya un poco más serias. Al comentarlo con el pastor, le decía: “mira esto pasó, y lo otro”. El en son de broma, me dijo que estaba pasando un tiempo difícil, y todo siguió normal. Posteriormente, empezaron unas cuestiones de trabajo que no salieron como yo quería y tuve problemas, tuve algunos roces con algunas personas, pero dentro de ese proceso, recordé algo que el pastor me ha dicho: “Siempre que estés en medio de un conflicto, nunca pierdas tus valores, aunque pierdas dinero”. Y me pasó. No fallé; resulté pidiendo perdón y se calmaron las aguas. Para ese entonces, estaba a la mitad del proceso.
La semana pasada, me dieron la noticia que falleció mi tío, él era muy importante en la familia; un hombre muy valioso, con una vida intachable, con un contexto muy difícil en su vida. Alguien que desde pequeño lustraba zapatos en su pueblo y durante su trayectoria, llegó a ser asesor de uno de los empresarios más exitosos en Guatemala, era muy inteligente y capaz. Estaba ese sentimiento y esa congoja. Pero ahí no termina todo.
Para entonces, venía acumulando varias cosas que no había logrado determinar, pero le puse pausa a mi vida y dije: “tengo que determinar la causa”. No había tomado el tiempo para analizar cada parte de esto. Y Dios me llevó al Salmo 73:17.
Hasta que entrando en el santuario de Dios, comprendí el fin de ellos.
Me voy a enfocar en el principio que encontré para que mi situación cambiara. La historia estaba hablando del fin de unos hombres malos. Pero el principio es que “hasta que entré en el santuario con Dios, comprendí”. Significa que es importante que cada uno entienda que todo tiene un propósito, que comprenda la causa por la cual viene un tiempo difícil, que sepa el porqué. Muchas personas no entienden la razón por la cual Dios no los bendice, pero no saben administrar. Según ellos, están bien y creen que deberían de tener más. Y aunque uno se los haga ver, ellos no están dispuestos a reconocer su debilidad o su problema interno. El problema dentro de la adversidad es el principio de la negación.
Escuche este caso: Conozco de una persona que tiene dos mujeres, conoce a Dios, y al día de hoy, se justifica diciendo que seguramente Dios lo comprende porque dentro de su corazón, existe el amor para la una y para la otra.
Esta persona en su manera de pensar, cree estar en lo correcto porque hay un sentimiento que domina la razón. Si tus sentimientos determinan tus decisiones y anulan el sentido común que tú tienes, estás bien perdido, porque esos sentimientos no te van a dejar ser objetivo para corregir tu vida. Una de las razones por las cuales Dios nos reunió en este lugar es por la corrección que todos necesitamos. Me da satisfacción ser parte de un proceso en el cual Dios está tratando con mi vida, porque al final, seré otro hombre, seré una persona que le creerá a Dios más que cuando empecé, pero debo estar consciente y aprender a pensar de acuerdo a los pensamientos de Dios.
Segundo principioDice que hasta que entró al santuario, comprendió. No sólo es entrar y ya me voy. Ahí es donde recibió la instrucción, fue confrontado, fue puesto delante de Dios, el cual desnudó la debilidad y los pensamientos. Cada vez que te encuentres en un conflicto, dobla tus rodillas antes de cualquier cosa que tengas que enfrentar, entra al santuario. Ese santuario se puede formar en tu oficina, en tu casa, dondequiera que tú quieras que Dios llegue.
Encontré otra parte que viene a ser prácticamente lo mismo: Se llenó de amargura mi alma y en mi corazón sentía pulsadas. Tan terco era yo, que era como una bestia delante de ti. Con todo, siempre estuve contigo, me tomaste de la mano derecha, me has dado consejo y me llevarás con gloria.
Necesitamos que Dios nos ayude a ser entendidos. Eso no significa que yo conozca la causa de todas las cosas que me están pasando. Pero tengo que comprender que todo obra para bien de los que aman a Dios.
Este hombre amaba a Dios, no se separó de El porque entendía que sin él no podía. Necesitas ser una persona entendida en la voluntad de Dios, que siempre dependa de lo que Dios hará, que hay una voluntad de Dios que se establece en tu vida. Pero no podemos dudar ni un momento que Dios nos escucha. El principio de este hombre es su perseverancia en la adversidad, y que buscó lo correcto.
El jueves estaba en el cementerio con mi familia, mi esposa, y al regresar de enterrar a mi tío, me encontré con que mi hijo de nueve meses tenía fiebre. Pensamos que era por el clima o algo así. Como a las 9:30, llamamos al doctor y nos dijo que lo lleváramos. Lo revisó, y me dijo que tenía una infección. Eso fue el jueves; el viernes seguía la fiebre y se puso más rojo.
Para el sábado, mi hijo tenía casi todo el cuerpo con manchas rojas y una fiebre muy alta, ya era demasiado. Mi hijo lloraba y lloraba, mi esposa tuvo que salir, así que estaba yo solo con él. Fue una cosa bien fea y no sabía qué le pasaba. Por fin llegó mi esposa y vimos que se agarraba el oído. Llamamos de nuevo al médico, nos recetó unas gotas, y se las echamos. El domingo hubo que internarlo, tenía una alergia y se puso peor. Yo ya había pasado una situación similar con mi otra hija.
Quise compartir esto con ustedes, porque una de las mayores desesperaciones que existen es ver a un hijo enfermo de esa manera. Esto me llevó a escudriñar mi vida; a pensar qué estoy haciendo al día de hoy, si estoy provocando cosas que vienen de vuelta a causa de mi conducta.
No encontré nada malo, y créeme que me sigo analizando. También me puse a reprender al diablo.
Pero además de eso, determiné algunos puntos que te quiero compartir.
Lo primero fue analizar si no había algún pecado que estaba abriendo la puerta para que todo esto llegara. Porque si algo va a llegar a mi casa, que no sea por mi falta de integridad. Que no llegue por algo malo que yo esté haciendo.
El diablo llegó a tocar la puerta de mi casa y había que hacerle frente. Pero no puedo atacarlo si no sé usar las armas que Dios me ha dado.
Ahora sé lo que me estaba pasando. Determiné que era un tiempo en donde mi fe estaba siendo probada.
En una ocasión, le dice Jesús a Pedro: “Vas a ser zarandeado, probado, estremecido, pero yo he rogado para que tu fe no falte”. Jesús no dijo: “He peleado con el diablo y le dije que no se meta contigo”, sino que: “He rogado que tu fe no falte”. O sea que Dios no evita esas cosas, solamente nos sostiene en medio de ellas. Al final del proceso, de este tiempo, la persona que empezó no será la misma que la del final. Decidí permanecer en El. Espero que esto sea lo último, pero sino lo fuera, voy a seguir adelante; no voy a renegar, ni me voy a frustrar. Antes bien, seré fuerte, porque Dios está conmigo.
Salmo 91 El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en quien confiaré. El te librará del lazo del cazador, de la peste destructora. Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro; escudo y adarga es su verdad. No temerás el terror nocturno, ni saeta que vuele de día, ni pestilencia que ande en oscuridad, ni mortandad que en medio del día destruya. Caerán a tu lado mil, y diez mil a tu diestra; mas a ti no llegará. Ciertamente con tus ojos mirarás y verás la recompensa de los impíos. Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, al Altísimo por tu habitación, No te sobrevendrá mal, ni plaga tocará tu morada. Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos. En las manos te llevarán, para que tu pie no tropiece en piedra. Sobre el león y el áspid pisarás; hollarás al cachorro del león y al dragón. Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre. Me invocará, y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia; lo libraré y le glorificaré. Lo saciaré de larga vida, y le mostraré la salvación.
Debemos decir: “Señor, decido habitar bajo tus alas porque de ti vendrá mi salvación. ¡Amén!”.
Saca lo mejor de ti. Es como agarrar una uva, extirparla y que salga miel. Y si va a salir algo malo, que salga. Yo le decía a Dios: “Señor, muéstrame qué es lo malo que hay adentro que debe salir de esto o qué es lo bueno que estoy alcanzando el día de hoy, porque he decidido confiar en ti. Mi hijo está en tus manos y de ti depende lo que pasará de aquí en adelante, pero voy a poner mi esperanza en ti. Decide qué debo hacer porque en este proceso debo hacer algo”. Lo importante es que seas el primero en escudriñar tu corazón y que nunca encuentres una raíz de amargura por lo que estás pasando, porque el corazón es muy fácil de amargarse por lo que nos hicieron o no nos hicieron, por lo que no hemos recibido de Dios, porque no tenemos todo lo que quisiéramos. Pero entiendo que si algo va a suceder en mi vida, Dios siempre va a recibir la actitud correcta departe mía.
Al final de este proceso, estoy seguro que Dios me va a responder, pero sé que hay dos caminos. Uno es donde yo evidencie que hay cosas buenas dentro de mí y lo alcancé; y el otro, que lleva al mismo resultado, pero me tardé en alcanzarlo, porque dudé, porque aún sigo esperando, porque me desesperé. Pero de algo estoy seguro, Dios no llega tarde, y yo decidí confiar en El. Quería compartir esto porque llega un momento en que uno no está solo, pero se llega a sentir así, y es bueno. Porque tú volteas a ver y el único que queda es Dios.
El que está cuando tú te sientas en tu cama sin esperanza, es Dios; el que oye lo que tú hablas en el carro es Dios; el que sabe el significado de tus lágrimas en tu almohada es Dios. Pero El está ahí porque siempre tiene una respuesta y una salida, y cuando decidimos creerle, logramos muchas cosas. ¿Cuál es el final de tu proceso? Un hombre o una mujer diferente, o un hombre o una mujer que otra vez tiene que comenzar la misma historia, porque la última vez no fue aprobado.
Pero sí le pedí a Dios algo, le dije: “Señor, sólo quiero saber que gané el examen; sólo eso quiero que me digas, que aprobé, que sí salió lo mejor de mí, porque entonces sabré que estoy listo para algo nuevo
Identifica una época en tu vida en la que hayan iniciado una serie de acontecimientos leves, pero que no son precisamente buenos. Una discusión, algunas diferencias con distintas personas o ciertas circunstancias adversas en el trabajo, con ciertos compañeros, pero todo eso se maneja y es parte de la vida y de las relaciones. De repente, el problema llega a casa y hay diferencias con el cónyuge, vamos acumulando cierta tensión y llega un momento en que arrastramos cierta incomodidad por las circunstancias adversas. Cuando lo que nos está pasando tiene que ver con nuestra salud, finanzas o nuestro hogar, la cosa se pone tensa, y nos preguntamos por qué nos pasa eso. Y, normalmente, no recibimos una respuesta.
Pasa un día, dos, tres y la situación se pone peor. Empezamos a tratar de encontrar de dónde viene y se nos ocurre que puede ser el diablo. Pero qué si él ni siquiera se había aparecido por ahí. Las cosas están mal y uno no encuentra una salida, somos muy rápidos para echarle la culpa a otro, para pensar que algo anda mal y tratar de encontrar una causa. Llega un momento en que uno explota, porque no hay una salida. Y es ahí donde quiero empezar. Es en ese momento en que tomamos las decisiones correctas o incorrectas. Es importante que determines cómo avanzar en tu vida. Esta historia se vuelve un círculo vicioso, se repite una y otra vez. No es suficiente decir: “yo reprendo, yo cancelo”; eso es sólo una parte. Es necesario tomar decisiones correctas y, sobre todo, hacer que el corazón cambie.
Les quiero compartir algo: Hace como dos meses, empecé a tener algunas dificultades con mi esposa, algunas diferencias. Pero bueno, eso es parte del matrimonio. De repente, se arruinó el carro y no le encontraban la falla, eso es normal, los carros se arruinan. Por fin, lo arreglaron.
Había algunos gastos qué hacer, pero gracias a Dios, teníamos carro. Luego, empezaron a haber diferencias con algunas personas, ya un poco más serias. Al comentarlo con el pastor, le decía: “mira esto pasó, y lo otro”. El en son de broma, me dijo que estaba pasando un tiempo difícil, y todo siguió normal. Posteriormente, empezaron unas cuestiones de trabajo que no salieron como yo quería y tuve problemas, tuve algunos roces con algunas personas, pero dentro de ese proceso, recordé algo que el pastor me ha dicho: “Siempre que estés en medio de un conflicto, nunca pierdas tus valores, aunque pierdas dinero”. Y me pasó. No fallé; resulté pidiendo perdón y se calmaron las aguas. Para ese entonces, estaba a la mitad del proceso.
La semana pasada, me dieron la noticia que falleció mi tío, él era muy importante en la familia; un hombre muy valioso, con una vida intachable, con un contexto muy difícil en su vida. Alguien que desde pequeño lustraba zapatos en su pueblo y durante su trayectoria, llegó a ser asesor de uno de los empresarios más exitosos en Guatemala, era muy inteligente y capaz. Estaba ese sentimiento y esa congoja. Pero ahí no termina todo.
Para entonces, venía acumulando varias cosas que no había logrado determinar, pero le puse pausa a mi vida y dije: “tengo que determinar la causa”. No había tomado el tiempo para analizar cada parte de esto. Y Dios me llevó al Salmo 73:17.
Hasta que entrando en el santuario de Dios, comprendí el fin de ellos.
Me voy a enfocar en el principio que encontré para que mi situación cambiara. La historia estaba hablando del fin de unos hombres malos. Pero el principio es que “hasta que entré en el santuario con Dios, comprendí”. Significa que es importante que cada uno entienda que todo tiene un propósito, que comprenda la causa por la cual viene un tiempo difícil, que sepa el porqué. Muchas personas no entienden la razón por la cual Dios no los bendice, pero no saben administrar. Según ellos, están bien y creen que deberían de tener más. Y aunque uno se los haga ver, ellos no están dispuestos a reconocer su debilidad o su problema interno. El problema dentro de la adversidad es el principio de la negación.
Escuche este caso: Conozco de una persona que tiene dos mujeres, conoce a Dios, y al día de hoy, se justifica diciendo que seguramente Dios lo comprende porque dentro de su corazón, existe el amor para la una y para la otra.
Esta persona en su manera de pensar, cree estar en lo correcto porque hay un sentimiento que domina la razón. Si tus sentimientos determinan tus decisiones y anulan el sentido común que tú tienes, estás bien perdido, porque esos sentimientos no te van a dejar ser objetivo para corregir tu vida. Una de las razones por las cuales Dios nos reunió en este lugar es por la corrección que todos necesitamos. Me da satisfacción ser parte de un proceso en el cual Dios está tratando con mi vida, porque al final, seré otro hombre, seré una persona que le creerá a Dios más que cuando empecé, pero debo estar consciente y aprender a pensar de acuerdo a los pensamientos de Dios.
Segundo principioDice que hasta que entró al santuario, comprendió. No sólo es entrar y ya me voy. Ahí es donde recibió la instrucción, fue confrontado, fue puesto delante de Dios, el cual desnudó la debilidad y los pensamientos. Cada vez que te encuentres en un conflicto, dobla tus rodillas antes de cualquier cosa que tengas que enfrentar, entra al santuario. Ese santuario se puede formar en tu oficina, en tu casa, dondequiera que tú quieras que Dios llegue.
Encontré otra parte que viene a ser prácticamente lo mismo: Se llenó de amargura mi alma y en mi corazón sentía pulsadas. Tan terco era yo, que era como una bestia delante de ti. Con todo, siempre estuve contigo, me tomaste de la mano derecha, me has dado consejo y me llevarás con gloria.
Necesitamos que Dios nos ayude a ser entendidos. Eso no significa que yo conozca la causa de todas las cosas que me están pasando. Pero tengo que comprender que todo obra para bien de los que aman a Dios.
Este hombre amaba a Dios, no se separó de El porque entendía que sin él no podía. Necesitas ser una persona entendida en la voluntad de Dios, que siempre dependa de lo que Dios hará, que hay una voluntad de Dios que se establece en tu vida. Pero no podemos dudar ni un momento que Dios nos escucha. El principio de este hombre es su perseverancia en la adversidad, y que buscó lo correcto.
El jueves estaba en el cementerio con mi familia, mi esposa, y al regresar de enterrar a mi tío, me encontré con que mi hijo de nueve meses tenía fiebre. Pensamos que era por el clima o algo así. Como a las 9:30, llamamos al doctor y nos dijo que lo lleváramos. Lo revisó, y me dijo que tenía una infección. Eso fue el jueves; el viernes seguía la fiebre y se puso más rojo.
Para el sábado, mi hijo tenía casi todo el cuerpo con manchas rojas y una fiebre muy alta, ya era demasiado. Mi hijo lloraba y lloraba, mi esposa tuvo que salir, así que estaba yo solo con él. Fue una cosa bien fea y no sabía qué le pasaba. Por fin llegó mi esposa y vimos que se agarraba el oído. Llamamos de nuevo al médico, nos recetó unas gotas, y se las echamos. El domingo hubo que internarlo, tenía una alergia y se puso peor. Yo ya había pasado una situación similar con mi otra hija.
Quise compartir esto con ustedes, porque una de las mayores desesperaciones que existen es ver a un hijo enfermo de esa manera. Esto me llevó a escudriñar mi vida; a pensar qué estoy haciendo al día de hoy, si estoy provocando cosas que vienen de vuelta a causa de mi conducta.
No encontré nada malo, y créeme que me sigo analizando. También me puse a reprender al diablo.
Pero además de eso, determiné algunos puntos que te quiero compartir.
Lo primero fue analizar si no había algún pecado que estaba abriendo la puerta para que todo esto llegara. Porque si algo va a llegar a mi casa, que no sea por mi falta de integridad. Que no llegue por algo malo que yo esté haciendo.
El diablo llegó a tocar la puerta de mi casa y había que hacerle frente. Pero no puedo atacarlo si no sé usar las armas que Dios me ha dado.
Ahora sé lo que me estaba pasando. Determiné que era un tiempo en donde mi fe estaba siendo probada.
En una ocasión, le dice Jesús a Pedro: “Vas a ser zarandeado, probado, estremecido, pero yo he rogado para que tu fe no falte”. Jesús no dijo: “He peleado con el diablo y le dije que no se meta contigo”, sino que: “He rogado que tu fe no falte”. O sea que Dios no evita esas cosas, solamente nos sostiene en medio de ellas. Al final del proceso, de este tiempo, la persona que empezó no será la misma que la del final. Decidí permanecer en El. Espero que esto sea lo último, pero sino lo fuera, voy a seguir adelante; no voy a renegar, ni me voy a frustrar. Antes bien, seré fuerte, porque Dios está conmigo.
Salmo 91 El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en quien confiaré. El te librará del lazo del cazador, de la peste destructora. Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro; escudo y adarga es su verdad. No temerás el terror nocturno, ni saeta que vuele de día, ni pestilencia que ande en oscuridad, ni mortandad que en medio del día destruya. Caerán a tu lado mil, y diez mil a tu diestra; mas a ti no llegará. Ciertamente con tus ojos mirarás y verás la recompensa de los impíos. Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, al Altísimo por tu habitación, No te sobrevendrá mal, ni plaga tocará tu morada. Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos. En las manos te llevarán, para que tu pie no tropiece en piedra. Sobre el león y el áspid pisarás; hollarás al cachorro del león y al dragón. Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre. Me invocará, y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia; lo libraré y le glorificaré. Lo saciaré de larga vida, y le mostraré la salvación.
Debemos decir: “Señor, decido habitar bajo tus alas porque de ti vendrá mi salvación. ¡Amén!”.
Saca lo mejor de ti. Es como agarrar una uva, extirparla y que salga miel. Y si va a salir algo malo, que salga. Yo le decía a Dios: “Señor, muéstrame qué es lo malo que hay adentro que debe salir de esto o qué es lo bueno que estoy alcanzando el día de hoy, porque he decidido confiar en ti. Mi hijo está en tus manos y de ti depende lo que pasará de aquí en adelante, pero voy a poner mi esperanza en ti. Decide qué debo hacer porque en este proceso debo hacer algo”. Lo importante es que seas el primero en escudriñar tu corazón y que nunca encuentres una raíz de amargura por lo que estás pasando, porque el corazón es muy fácil de amargarse por lo que nos hicieron o no nos hicieron, por lo que no hemos recibido de Dios, porque no tenemos todo lo que quisiéramos. Pero entiendo que si algo va a suceder en mi vida, Dios siempre va a recibir la actitud correcta departe mía.
Al final de este proceso, estoy seguro que Dios me va a responder, pero sé que hay dos caminos. Uno es donde yo evidencie que hay cosas buenas dentro de mí y lo alcancé; y el otro, que lleva al mismo resultado, pero me tardé en alcanzarlo, porque dudé, porque aún sigo esperando, porque me desesperé. Pero de algo estoy seguro, Dios no llega tarde, y yo decidí confiar en El. Quería compartir esto porque llega un momento en que uno no está solo, pero se llega a sentir así, y es bueno. Porque tú volteas a ver y el único que queda es Dios.
El que está cuando tú te sientas en tu cama sin esperanza, es Dios; el que oye lo que tú hablas en el carro es Dios; el que sabe el significado de tus lágrimas en tu almohada es Dios. Pero El está ahí porque siempre tiene una respuesta y una salida, y cuando decidimos creerle, logramos muchas cosas. ¿Cuál es el final de tu proceso? Un hombre o una mujer diferente, o un hombre o una mujer que otra vez tiene que comenzar la misma historia, porque la última vez no fue aprobado.
Pero sí le pedí a Dios algo, le dije: “Señor, sólo quiero saber que gané el examen; sólo eso quiero que me digas, que aprobé, que sí salió lo mejor de mí, porque entonces sabré que estoy listo para algo nuevo
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