jueves, 5 de octubre de 2006

Dios lo dice, Yo lo creo

La Palabra dice que son preciosas y que son grandísimas. Yo le pregunté al Señor por qué son preciosas, y Él me contestó que son preciosas, porque son agradables.


2 Pedro 1:3-4 “Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia.”

Quiero compartirles acerca de lo que son las promesas de Dios. La Palabra dice que son preciosas y que son grandísimas. Yo le pregunté al Señor por qué son preciosas, y Él me contestó que son preciosas, porque son agradables. Cuando lees las promesas, cuando se desarrollan, todas son positivas. No son promesas con condiciones, son completamente positivas, por eso son preciosas.

También le pregunté por qué las promesas son grandísimas. A lo que respondió que porque interviene su poder. La Palabra dice que nos han sido dadas para que nosotros seamos partícipes de la naturaleza divina. Dios quiere que lleguemos a ser como Él es. Esto hace las promesas grandísimas.

Cuando estaba leyendo las promesas, me di cuenta que hay alrededor de 900 promesas en la Biblia. Nosotros siempre anhelamos y queremos algo del Señor, y Él nos escribió ¡900 promesas! Todos tenemos necesidades, y siempre andamos buscando algo.

Las promesas son un regalo de Dios, vienen a bendecir nuestra vida y están allí para que las usemos. Lo tremendo de ellas es que ya alguien las compró y las pagó. Cristo Jesús las compró con su crucifixión y su resurrección. Desde ese momento, ya pueden ser nuestras. Las promesas pueden estar escritas en la Biblia, pero no quiere decir que automáticamente sean nuestras, ni nos garantiza que ya las tenemos en nuestra vida. Las promesas van a seguir estando allí en la Biblia y no en nuestra vida si nosotros no las reclamamos.

Las promesas son nuestro derecho. Tenemos derecho a exigirlas, son nuestra herencia espiritual. Tenemos que vivir de acuerdo a ellas. Si las necesitamos, tenemos que tener la fe de creerlas y tomarlas. Si tú quieres las promesas para tu vida, tienes que creerlas y creer que son de Dios. Tienes que tener certeza de la verdad, tener confianza y fe. Además de tener fe, necesitas declarar que son de Dios y no declarar lo negativo. Tienes que declarar siempre la Palabra de Dios. Si no haces esto, las promesas sólo estarán en la Palabra y no darán fruto en tu vida.

Nuestra mente y nuestra boca tienen que estar conectadas para que podamos desarrollar fe. Los siguientes son cinco ejemplos sobre cómo podemos conectar nuestra mente con nuestros labios y ser productivos: 1) Nuestra posición es la misma posición que tiene Cristo Jesús: a la diestra del Padre.

Hebreos 1:3 “El cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las Alturas.”
Apocalipsis 3:21 “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.”

Efesios 2:6 “Y juntamente con Él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús.”

Dios Padre ha puesto a Jesucristo a su diestra, y a nosotros junto a Jesús. Dios puso a Jesús sobre toda autoridad, principado y potestad. Dios le dio esa autoridad a Jesús. Tú también tienes la misma autoridad. ¿Cómo no vamos a creer que esas promesas son nuestras si estamos en un lugar privilegiado? Cuando recibimos a Jesús en nuestro corazón, nacemos de nuevo en el espíritu y todas estas cosas son hechas.

Nosotros podemos poner nuestra fe en el trabajo, en el dinero, en los amigos, en la posición que tengamos en la sociedad o en la iglesia, pero Dios quiere que pongamos nuestra fe en Él, porque va a provocar que seamos un mejor testimonio para Él.

2) Tú tienes lo que Cristo tiene.
Efesios 1:3 “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo.”

Ya Dios nos bendijo, o sea ya está hecho. Ya todas las cosas nos pertenecen. Las cosas de Cristo están allí, pero tenemos que aprender a pedirlas. Lo mismo que tiene Cristo lo puedes tener tú.

Las cosas ya nos fueron dadas por gracia, no tienes que esperar a estar angustiado, afligido o necesitado para poderlas pedir.

No necesitas que Dios te las muestre para poderlas pedir. Yo me recuerdo que cuando estaba en el grupo de jóvenes, había ciertas personas que querían tener novio. Deseaban que el Señor les mostrara en sueños quién era. A veces, uno quisiera que Dios dijera exactamente quién es para así animarse a decir algo. No se puede, eso es lo más fácil. Uno tiene que entrarle con ganas al que le gusta, actuar por fe. Si te gusta alguien, por lo menos acércatele y preséntate y pregúntale acerca de él, pero si te gusta y nunca le hablas, no se van a conocer.

Efesios 2:8-9 “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.”

Tenemos que tomar las promesas por fe. Desde el momento en que somos hijos de Dios, pasamos a tener ese derecho.

Marcos 9:23 “Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible.”

¿Qué necesidad tienes? Quizá estés esperando una palabra específica, o una palabra de consuelo o necesitas sanidad. Por más que tratemos de buscar, nunca vamos a poder suplir esa necesidad, pero si crees que Dios te lo va a dar, lo vas a recibir, porque Dios ya lo prometió.

3) Cree y reposa.
Debemos de tener fe de que en cualquier situación que enfrentamos, Dios está allí. El Señor nos motiva a que reposemos, a que descansemos en Él. Este reposo no es reposo físico. Él quiere que reposemos en nuestro interior. Puedes tener una calcomanía o un rótulo que identifique que eres cristiano o que Dios te da paz, pero eso no te lo garantiza, porque si desde que amanece hasta que anochece estás afligido, con temores, puedes estar reposando físicamente, pero internamente estás mal. Dios quiere que reposes en Él.

No es que no vayan a venir dificultades y que no te vayan a doler, pero cuando confías y crees en el Señor, sabes que Él va a tomar control de una manera u otra.
Hebreos 4:3 “Pero los que hemos creído entramos en el reposo…”

Si tú estás en el Señor, vas a entrar en su reposo. Si nosotros vamos a creer en Dios en todo momento, Dios va a quitar esa aflicción o angustia.

Hace como cinco años, mi esposo empezó a viajar a dar congresos del Espíritu Santo. Antes de ir a uno de esos congresos, yo le había pedido a Dios que me ayudara porque estaba teniendo mucho conflicto y aflicción internamente. Le dije al Señor que si me lograba abrir y hablar con alguien, que fuera con una psicóloga. Yo creía que me estaba volviendo loca. Llegamos al congreso, todo durante el congreso me molestaba y estaba enojada. Tenía un conflicto interno, y no sabía por qué. Ya no aguantaba más. Cuando ya estaba terminando de ministrar mi esposo, me fui para una sala que tenían para pastores. Cuando estaba llegando a la salita, pasó una señora, la tomé de la mano y la entré a la sala conmigo y empecé a llorar. Le dije que yo sabía que no me conocía, pero no aguantaba más. Yo seguía llorando y diciéndole todo lo que sentía.

Ella se me quedó viendo, y me dijo que era psicóloga. Yo me comencé a reír, el Señor me empezó a llenar de gozo. Seguro que ella creía que estaba loca. Yo pensaba que me iba a decir que necesitaba liberación, y muchas cosas más. Pero ella lo que me preguntó fue que si me había operado para no tener hijos. Yo le dije que sí, y ella me dijo que eso causaba un desbalance en el cuerpo, y esto causa alteraciones ciertos días del mes. Ella me dijo que le pidiera al Señor que me ayudara a controlar eso, porque estaba permitiendo que las circunstancias me controlaran en lugar de yo controlar las circunstancias.

Muchas veces, queremos a solas resolver nuestras necesidades, pero a veces necesitamos la ayuda de un amigo, líder o del Señor. En ocasiones nos ahogamos en un vaso de agua por no pedir ayuda. Tenemos que creer que Dios tiene la solución para nosotros.

4) Declara victoria con tus palabras.
Lucas 6:45 “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca.”
Para poder declarar palabras de victoria, tenemos que sanar nuestro corazón. La Palabra dice que de la abundancia del corazón, habla la boca. Así que si usted o sus amigos hablan muchas malas palabras, imagínese cómo está su corazón. Lo que digamos refleja lo que hay en nuestro corazón.

Un ejemplo bien sencillo: ¿Qué pasa cuando le dejamos de decir a nuestros hijos o esposo que los queremos? Empiezan a pensar que ya no los queremos, aunque nuestras acciones digan que sí. Cuando uno lo dice, y lo hace seguido, está reforzando en uno el que sí ama a la persona, y está reforzando en la persona el que reciba el amor de uno. Es un ejemplo simple, pero hay muchas personas que no tienen ese hábito y lo tienen que cambiar.
1 Samuel 17:37; 45-46 “Añadió David: Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, Él también me librará de la mano de este filisteo. Y dijo Saúl a David: Ve, y Jehová esté contigo.”

“Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado.Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel.”

Este ejemplo es el de David cuando peleó contra Goliat. Esa fue una declaración poderosa. Si tú hablas así, la gente podrá ver que hay un Dios verdadero. David declaró el final de la batalla desde el principio, porque sabía que Dios estaba con él y de dónde venía la autoridad y el apoyo. Él ya tenía la promesa y la había creído. Tenemos que ver las cosas que no son como si fuesen.

5) Profetiza tu futuro.
Lastimosamente, por el mundo en el que estamos y lo que nos rodea, desarrollamos una mente negativa y unos labios negativos. Tenemos que cambiar esa información para poder profetizar lo que quieres para tu vida. Analízate, y mira si te expresas positiva o negativamente. Un ejercicio que puedes hacer es declarar en voz alta frases para tu vida. Por ejemplo:

Yo camino en el fruto del Espíritu.
Yo camino en amor.
Yo soy paciente.
Yo puedo esperar por las cosas con gozo.
Yo soy la justicia de Dios en Cristo Jesús y he sido aceptado por Él.
Yo soy libre de pecado y vivo en justicia.

Tienes que estar dispuesto a cambiar tu forma de hablar. Vas a ver los resultados rápido. Vamos a declarar Palabra de Dios. Vamos a poner a trabajar nuestra boca, la vamos a unir con nuestra mente. Vamos a tener resultados para poder dar fruto del Espíritu Santo. Con esto, vas a lograr bajar ese mundo espiritual a tu mundo natural. Dios quiere cambiarnos y restaurarnos día a día, y en eso vamos a confiar.

Tomado de la Pastora Sonia Luna http://www.cashluna.org/mujereresexcepcional.cfm?get=view&ID=391

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