viernes, 20 de octubre de 2006

El arte de decidir

Dios anda en busca de tu corazón antes de prosperarte, porque en él guarda los motivos por los cuales quieres ser próspero en todas las áreas de tu vida. Si hay cosas todavía que no hemos superado, él no nos va a prosperar, pues no nos dará algo para que nos aparte de El.

Proverbios 22:1-7 “De más estima es el buen nombre que las muchas riquezas, y la buena fama más que la plata y el oro. El rico y el pobre se encuentran; a ambos los hizo Jehová. El avisado ve el mal y se esconde; Mas los simples pasan y reciben el daño. Riquezas, honra y vida son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová. Espinos y lazos hay en el camino del perverso; El que guarda su alma se alejará de ellos. Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él. El rico se enseñorea de los pobres, y el que toma prestado es siervo del que presta.”

Dios hace tanto al rico como al pobre. El que toma prestado es siervo del que presta. Esa es la actitud que habla del pobre. La gente rica lo es porque ha cultivado los principios y valores, tiene un corazón humilde, reconoce de quién viene la prosperidad, teniendo temor de Dios. La gente se va a dar cuenta que no somos de los que todo el tiempo estamos pidiendo prestado. Dios no quiere eso, no quiere deudas. Dios hace al rico y al pobre. Al rico lo hace rico porque sabe que dio de lo que tenía; la riqueza no lo va hacer caer. Pero si el pobre no es sensato, no sabe administrar, y todo lo hace mal, no le dará más. Hemos aprendido que al rico hay que tenerle envidia, pero no es así. Hay gente rica que le puede enseñar a uno. Es necesario tener esa enseñanza para poder salir adelante. José aprendió de un hombre rico, él fue puesto en un lugar muy importante, un hombre confiado, temeroso de Dios, humilde, y Dios se aseguró que ese hombre fuera prosperado también. Dios hace al pobre y al rico, nosotros estamos en la búsqueda que Dios nos enriquezca en todo. En todos los aspectos de la prosperidad: la familia, el trabajo, etc. Dios no nos quiere más de esclavos, no quiere vernos tristes por lo que debemos.

Decimos: “¿Por qué Dios no me ayuda? Pero ¿no será que todavía hay cosas en el corazón que debemos cambiar? Hay cosas que Dios cambia, pero hay cosas que nosotros debemos cambiar.
Dios anda en busca de tu corazón antes de prosperarte, porque en él guarda los motivos por los cuales quieres ser próspero en todas las áreas de tu vida. Si hay cosas todavía que no hemos superado, él no nos va a prosperar, pues no nos dará algo para que nos aparte de El. Dios quiere ordenar las prioridades en tu vida. Mientras Dios está trabajando en tu corazón, se asegura que te va a prosperar cuando termine.

Esto tiene que ver con tu corazón. En él están las emociones, todos los días nosotros decidimos. Casi siempre lo hacemos por lo que sentimos. Nuestros sentimientos van a determinar nuestras decisiones. Por ejemplo, un muchacho mira una patoja cristiana, le gusta, la observa, le habla, la invita a salir y, por fin, le dice que está enamorado de ella. Vamos a suponer que le va bien y ella le dice lo mismo. Se decidió a conquistarla porque sintió algo. Apuntó al lugar de su ser donde guarda sus sentimientos, porque ahí guarda sus decisiones. Yo estoy en la búsqueda de ser eficiente en las decisiones que tomo.

Por ejemplo, tú decidiste venir hoy, levantarte, comer, trabajar, pero ¿cuáles son las razones por las cuales lo hiciste? Algunos decidieron venir, pero no están con la mejor disposición o hay algo ahí dentro que no los deja sentirse bien. Decidieron, pero de mala gana. Se sienten incómodos.

Entonces, decides, pero mal, porque te sientes insatisfecho. Tal vez, tú estás trabajando, pero lo haces porque tienes que hacerlo. Cuando decidas que ese trabajo es lo mejor que existe en la tierra, serás el mejor trabajador.

Génesis 1:1-2 “En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.”
El Espíritu se movía en medio de un desorden. Eso fue lo que llamó la atención de Dios.
Entonces, El decidió algo: ordenarla. El está observando todo el tiempo y cuando encuentra la oportunidad de ordenar, lo hace. En nuestro caso, Dios nos está observando y si nuestra vida está desordenada y vacía, El quiere ordenarla.

Versículo 3: “Y dijo Dios sea la luz; y fue la luz.”
Empezó a hablar. Reconoce la situación y empieza a decidir sobre lo que no está bien. ¿Cuántos tienen naturaleza de Dios aquí? ¡Todos! Tú eres templo del Espíritu Santo, El te lavó con su sangre, eres un genuino hijo de Dios. La naturaleza de Dios es ver que si todo está desordenado, ordenarlo. ¿Qué haces tú si hay algo en tu vida que no está bien? Lo empiezas a ordenar. Así es Dios también. ¿Qué hubiera dicho Dios si ve pobreza? ¿Si ve maldad? Bendice. Dios empieza a ordenar lo que debe de suceder en el momento en que El ve cómo están las cosas.

Juan 3:16 “Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su hijo unigénito para que todo aquel que en El crea no se pierda, mas tenga vida eterna.”

¿Sabe quién decide creer en Jesús? El que reconoce que su vida no está ordenada. Dios decidió dar a su Hijo para ordenar la vida, lo decidió cuando vio que muchos se habían perdido. Pero El viendo nuestra condición, tomó la decisión de dar a su único hijo por todos nosotros, para que todos los que creamos en El no nos perdamos. Vio el caos en el que estábamos y decidió dar. Es el resultado de algo que surgió en el corazón de Dios. Vio desorden y ordenó. Vio necesidad y otorgó algo para suplir la necesidad y cambiar las circunstancias de los seres humanos. Di: “Dios decide”.

Dios decide a lo que también tú decides. Si decidiste un día abrirle tu corazón a Jesús, El decidió entrar. Si decidiste creer en El como tu Señor y Salvador, El decidió darte su Espíritu. Al día de hoy, El decidió de acuerdo a lo que tú decidiste. Sus decisiones son el resultado de lo que tú llevas en el corazón. Por eso, Dios apunta a tu corazón.
Hebreos 4:12 “Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.”

Di: “intenciones”. Ahí llega la Palabra de Dios, a discernir las intenciones. ¿Por qué quieres prosperar? ¿Cuáles son las intenciones de tu corazón? La Palabra de Dios puede evidenciar cuáles son tus intenciones. ¿Cuáles eran las intenciones del corazón de Dios al hacer al hombre rico? La intención de Dios es que todos seamos bendecidos en todo. Pero no todos estamos dispuestos a que nos traten. ¿Dónde se lleva la humildad? En el corazón. Y Dios anda atrás de ese corazón para trabajar en él, para pasarlo por fuego, para hacer que se vaya el orgullo, para quitar las malas intenciones. ¿Sabe qué decía Dios de David? Este hombre es conforme a mi corazón porque hará todo lo que yo le pida. ¿Qué hará una persona con el corazón amargado?
¿Con el corazón lleno de ira y de rencor, con ganas de vengarse?

Lleve su corazón al altar y que Dios lo sacrifique para poder tener un corazón libre.
Ezequiel 33:23 “Y le haré un corazón nuevo, quitaré el corazón de piedra y pondré un corazón de carne para que andes en mis preceptos, los guardes y los pongas por obra.”

¿Cuáles son las intenciones que tu corazón tiene? ¿Por qué sales a trabajar? ¿Por qué decides perdonar? ¿Por qué decides amar? ¿Por qué vienes a la iglesia? ¿Por qué buscas a Dios? ¿Para que te saque de tu escasez o porque lo amas con todo tu corazón? Una vez le dije algo al Señor, cuando pasamos una situación económica bastante seria: “Yo creo que me vas a bendecir y vas a prosperar a mi familia, pero si por alguna razón, decides no hacerlo, de todas formas yo ya propuse en mi corazón seguirte amando, sea que nos saques de esto o no. Quiero que sepas que te amo porque eres Dios y tanto en la abundancia como en la escasez, serás mi Dios. Y no dejaré de creer en ningún momento de mi vida, donde esté. Ahí levantaré mis manos y declararé tu nombre. Hasta ese momento, serás mi Dios. Lo más importante no es todo lo que me quieres dar, sino tú. Teniéndote a ti, tengo todo, nada me falta. Lo que hoy estoy pidiendo es la preparación de todo lo que me vas a dar”. Y mis ojos vieron cómo Dios nos sacó de eso. Entrega tu corazón y las intenciones que llevas dentro.

Di: “Señor, cambia mi corazón, las razones por las cuales yo te busco; quiero que sean las correctas.. Gracias. Amén”.

Pastor Hugo López

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